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¿Le preocupa el perfeccionismo de su hijo?

El perfeccionismo, como el estrés y la ansiedad, puede ser saludable en pequeñas dosis. Cuando el perfeccionismo empieza a apoderarse de la vida de alguien, puede provocar otras complicaciones, como ansiedad y depresión. Pero, ¿cómo saber cuándo se convierte en algo insano y abrumador? Nuestros socios del Children's Hospital Colorado han reunido algunos consejos para los padres.

En algunos ámbitos de la vida, el perfeccionismo es muy valioso y roza lo obligatorio.

 

Por ejemplo, las situaciones en las que hay mucho en juego, como los vuelos o las intervenciones quirúrgicas, deben desarrollarse de la forma más perfecta posible para garantizar la seguridad de todos. En este contexto, el perfeccionismo no es malo en sí mismo. De hecho, es necesario y adaptativo.

 

El perfeccionismo se convierte en un problema cuando alimenta ansiedad y depresiónpuede hacer que alguien sienta que nunca es lo bastante bueno, o que no puede disfrutar del logro presente porque le preocupa el fracaso futuro. Cualquier error les afecta a un nivel profundamente personal.

 

Entonces, ¿cuándo sabe si el perfeccionismo de su hijo ha pasado de ser una ambición sana a una obsesión malsana?

Cuando el perfeccionismo se convierte en un problema

Si su hijo es ambicioso, trabaja duro y se esfuerza por alcanzar el éxito, eso no es necesariamente un problema. Se convierte en uno cuando no puede dejar de esforzarse por alcanzar la perfección. Esto puede significar que un niño que ha sacado un sobresaliente esté insatisfecho porque no ha sacado un sobresaliente; o puede tratarse de un niño que nunca celebra una victoria deportiva porque no ha atrapado la pelota todas las veces.

 

El perfeccionismo también es frecuente en niños y adolescentes que desarrollan un trastorno alimentario como anorexia o bulimia nerviosa. La mentalidad perfeccionista combinada con el impulso de restringir la comida puede causar una pérdida de peso que ponga en peligro la vida.

 

Esté atento a los signos de perfeccionismo malsano: su hijo deja de disfrutar de las cosas que suelen gustarle, parece demasiado estresado para soportar las presiones que recibe o limita o deja de salir con sus amigos.

Qué pueden hacer los padres ante un niño que anhela ser perfecto

Los niños pueden revertir el perfeccionismo enfermizo con tu ayuda o la de un profesional si es más grave. A diferencia de otros trastornos psicológicos, el perfeccionismo no suele tener su origen en un trauma o en una experiencia vital.

 

Lo primero para combatirlo es hablar con tus hijos. Si notas que están más centrados de lo normal en conseguir el éxito, pregúntales por ello. Puedes decirles algo como: "Me he dado cuenta de que no has estado contento con tu sobresaliente, y me ha dado la sensación de que estabas estresado por no haber sacado un sobresaliente. ¿Qué está pasando que te impide disfrutar de tu éxito?" o "Me gustaría entender por qué es importante que consigas ____". Habla de personas que alcanzaron el éxito gestionando los errores. (¿Necesitas ejemplos? Echa un vistazo a esta lista de Business Insider de 29 famosos que fracasaron antes de triunfar.)

 

Si en tu familia existe una cultura de la comunicación, tu hijo podrá hablar de cómo se siente y tú podrás detectar a tiempo si hay algún problema en el horizonte. La comunicación frecuente puede sentar las bases para prevenir problemas.

 

Los padres también pueden ser conscientes de cómo modelan su comportamiento. Si tienes unas expectativas razonables y una actitud positiva ante los errores, demostrarás a tu hijo que no pasa nada por no ser perfecto.

Cuándo buscar ayuda para el perfeccionismo de un niño

Si te preocupa tu hijo, llévalo al pediatra. Nunca está de más que un profesional evalúe a tu hijo; una intervención precoz puede evitar que la afección progrese.

 

Los niños pueden estar genéticamente predispuestos; si en tu familia se dan ciertos rasgos, como el perfeccionismo o la ansiedad, o si alguien de tu familia ha padecido un trastorno alimentario, es especialmente importante prestar atención a las señales y que un pediatra evalúe a tu hijo si crees que puede haber algún problema.

 

Tú eres quien mejor conoce a tu hijo. Si percibe algún cambio en su hijo, como cambios de humor, de comportamiento o de alimentación, debe hacer un seguimiento.